Tanner, instantes de pasión by Joan Hohl

Tanner, instantes de pasión by Joan Hohl

autor:Joan Hohl
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2015-12-31T23:00:00+00:00


Siete

Un ruido la despertó antes del amanecer. Bri se incorporó sobre un codo y miró a su alrededor. Era Boyo, olisqueando el suelo.

—¿Tienes hambre? —le preguntó, y agarró la chaqueta antes de salir del saco.

Tiritando, se puso la chaqueta y después sacó la comida de Boyo y la avena para Chocolate. Mientras los animales comían, ella se tomó un paquete de galletas de cacahuete y bebió un poco de agua.

Al cabo de media hora, Bri tenía todo recogido, y continuaba el viaje siguiendo a Boyo.

Al mediodía, hizo una parada corta para descansar un poco, y en menos de una hora estaba en ruta otra vez. Durante la primera parte del recorrido, subieron río arriba. A partir de la tarde, el camino comenzó a llanear.

A media tarde, se detuvieron otra vez y Bri agradeció bajar del caballo. Tenía los músculos doloridos de haber montado tanto rato.

Después de alimentar a los animales, Bri se fijó en que Boyo empezaba a deambular por la zona. «No irá muy lejos», pensó ella, y se dirigió hacia unos arbustos para hacer sus necesidades. Después, se acercó al riachuelo para lavarse.

Tropezó con la raíz de un árbol y se tambaleó. Cuando recuperó el equilibrio y levantó la vista, se detuvo en seco. Un hombre estaba de pie, al otro lado del riachuelo. Se había cambiado el color de pelo y llevaba gafas, pero Bri lo reconoció enseguida. Jay Minnich. Llevaba un rifle en la mano y la miraba fijamente.

Incluso desde la distancia, ella notó su mirada enfermiza. Dio dos pasos atrás. Él dio tres pasos hacia delante, y se llevó el rifle al hombro.

Bri se quedó paralizada y sintió que el nudo que se le había formado en la garganta le impedía gritar. Tampoco sabía por quién habría gritado.

O sí.

Por Tanner. ¿Dónde estaba?

Sin apenas respirar, Bri dio otro paso atrás. Al ver que él llevaba el dedo hasta el gatillo, ella cerró los ojos y esperó el impacto de la bala contra su cuerpo.

En ese momento, otro cuerpo chocó contra ella y la tiró al suelo. Abrió los ojos y oyó el sonido de una bala sobrevolando sus cabezas.

Tanner. Bri podría haber gritado aliviada, pero se fijó en que Tanner tenía el brazo estirado y la pistola en la mano. Disparó, y gritó a Boyo para que se quedara a su lado.

Después, se levantó y corrió hacia el agua. Se detuvo en medio del riachuelo y llamó a Boyo. El perro se metió en el agua y cruzó a la otra orilla con Tanner. Bri lo vio hablar y gesticular hacia el perro. Boyo olisqueó el suelo durante unos minutos y se detuvo, mirando hacia delante.

Bri supo que Boyo había captado el rastro de aquel hombre.

—Se ha ido —dijo Tanner, cuando regresó a su lado y le dio la mano para ayudarla a ponerse en pie—. ¿Qué diablos crees que estás haciendo aquí? —no le dio tiempo a contestar—. ¿Estás intentando que te maten?

Bri se humedeció los labios. Estaba casi tan asustada de él como había estado de Minnich.



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